Marcha por la vida

La marcha por la vida se realiza desde hace varios años como iniciativa del Movimiento Nacional de los Chicos Del Pueblo, para atravesar la conciencia nacional y poner a la vista la situación de la infancia. Este año decidimos marchar de Misiones a Buenos Aires desde el 7 de mayo al 18 de mayo, con 300 niñas y niños, 50 educadores adultos/as (padres, tutores, docentes) y la avanzada ( un grupo de artistas y comunicadores). Todos integrantes de las obras del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo, Procedentes de varias provincias del país. En Misiones las marchas locales son tres, la salida el 7 de mayo en Iguazú. En Eldorado ese mismo día a la tarde, y el 8 de mayo en Posadas. En cada lugar se hace un gesto simbólico entre los niños locales y los que viajan a Plaza de Mayo. La convocatoria es abierta para acompañar a decir juntos que EL HAMBRE ES UN CRIMEN.

sábado, 5 de mayo de 2007

Cuando tenga la tierra…

El problema de la accesibilidad a la tierra cada vez afecta a más familias rurales y urbanas. El Foro de la Tierra en Misiones – integrada por colectivos sociales, Pastoral social de tierras trabajadores campesinos y urbanos, jóvenes urbanos y rurales entre otros- expresa desde hace varios años que lo que busca es "facilitar los mecanismos que permitan discutir una Reforma Agraria Integrada".

En la colonia: Plan de Arraigo y Colonización

A más de dos años de haberse aprobado la Ley 4093, Plan de Arraigo y Colonización - que reconoce derechos de los ocupantes sobre tierras y expropia tierras privadas en diversos asentamientos misioneros- los campesinos a los que alcanza, continúan "militando" su efectiva aplicación y extensión e inclusión a otras que cumplen con las condiciones establecidas por la norma.

Una problemática que en Misiones comenzó a "hacerse visible" a partir de los cortes de ruta que lograron su inclusión en las agendas públicas. Sin embargo, alrededor de mil quinientas familias ocupantes de tierras de la zona Noreste de la Provincia (no son las únicas), con la Ley bajo el brazo continúan "reclamando su efectiva aplicación".

El Presidente de la Comunidades Campesinas por el Trabajo Agrario (CCT) Wilmar Vaz y referentes de los Parajes de Mondorí, Portón Verde, Kilómetro 80, Kilómetro 90, El Progreso, entre otros, de la zona de Pozo Azul, se reunieron la semana pasada con los integrantes de la Comisión de Seguimiento de esta ley de la Cámara de Representantes y solicitaron a la Legislatura provincial incluyan estas tierras en la norma aprobada hace más de dos años. De este modo se estaría beneficiando a alrededor de 158
familias más.

Los referentes y delegados del asentamiento denominado Colonizadora -de los Lotes conocidos como Propiedades "Riceri S.A.", "Cencerros S.A."- que integran la CCT, mantuvieron una reunión con Legisladores provinciales que siguen la implementación de esta norma, y el Subsecretario de Tierras y Colonización del Ministerio del Agro y la Producción de la Provincia y les solicitaron ser alcanzados por la 4093.

Los dirigentes agrarios expresaron que la próxima reunión agendada con el Subsecretario (de Tierras y Colonización) tiene fecha para el 8 de mayo en la sede de la CCT aunque el tratamiento en profundidad del tema aún no la tiene. Sin embargo, es cierto que a partir del reclamo y posterior aprobación de esta Ley -y su efectiva aplicación- en Misiones se inició un lento proceso de visibilización de esta situación compleja.
Un problema que no solo se vincula al uso y tenencia de la tierra en la Argentina, sino al necesario apoyo y promoción especial de la agricultura familiar, el fomento de la colonización del país y el desarrollo del territorio, el reconocimiento de la tierra como bien social, la accesibilidad y permanencia de los jóvenes en la misma, temas de logística, infraestructura, facilitación de procesos de capacitación y tecnologías apropiadas para los productores y condiciones regionales especiales, extensión y por supuesto un permanente acceso a la educación formal e informal .

Con relación a la implementación que lleva adelante el Poder Ejecutivo Provincial
del Plan de Arraigo y Colonización, Vaz manifestó que dos años después de su aprobación y con los plazos extendidos "despacito está yendo. Los agrimensores están trabajando, ellos dicen que acelerados, pero para nosotros va lento",

En la ciudad: Ley 4223


La falta de políticas vinculadas al ordenamiento territorial participativo en la provincia no solamente expulsa y excluye en zonas rurales sino también en zonas urbanas. Por medio de la Ley 4223 Misiones se adhirió a la ley nacional 24.374. Con esta norma, las personas que ocupan tierras hace más de 16 años pueden acceder a su título de propiedad de una forma más rápida y económica, evitando los largos y costosos juicios de prescripción adquisitiva.

En zonas urbanas cada vez más resuenan las diferentes modalidades de reclamo de las familias asentadas en barrios por su derecho a habitar la ciudad (derecho a una vivienda cómoda y acorde al grupo familiar, a la red de agua potable, a las cloacas, a calles, escuela, salud,accesibilidad al trabajo, espacios de juegos para niños, servicios). Cortes de calles y avenidas transitadas, reuniones y colectivos organizados dan cuenta del mismo correlato en la ciudad y la chacra: pobres excluidos de la oportunidad de decidir dónde y cómo quiere vivir, que a través de distintas estrategias buscan incidir en los que deciden cómo y dónde van a vivir.

“Nuestra gente”
Para lograr “la titularidad del suelo donde viven” hace tres años, un grupo de vecinos decidió formar una Organización No Gubernamental (ONG) con esta denominación. Quieren comprar los terrenos donde tienen sus casas. Un 75% de la población del barrio vive “el día a día” con changas; el 70% son niños.

Maria es mamá, esposa y vecina de la chacra 190. Hace un poco más de diez años construyó en ese lugar, con su marido su hogar. En 1996 esta vida que estaba iniciando la familia casi se acaba, había recibido ella como tantos otros vecinos el pedido de desalojo. Desalojo por que el lugar donde habitaba "no era suyo", decía la Ley.

En esa ocasión por la intervención de un abogado pudieron seguir viviendo en las casas que el fruto del trabajo había logrado. No eran propietarios legales del terreno donde construyeron sus respectivas casas. Pero deseaban serlo.

Hace tres años que estos vecinos decidieron formar su propia ONG "Nuestra Gente" para poder trabajar con los estamentos que están vinculados con la problemática de la tierra, y de ese modo, poder regularizar su situación. "Lograr la titularidad del suelo donde vivimos, y comprar los terrenos, es nuestra ambición", aseguran

"Gratis no, pero si en cuotas", esas que los vecinos puedan saldar: sin exceso de intereses; es que un 75 por ciento vive de changas.

En la 190 donde aproximadamente conviven 300 personas, el 70% son niños, en edad escolar y bebés recién nacidos. Viven en un lugar que legalmente no les pertenece. Ni a ellos, ni a sus padres.

El no ser dueños legalmente de la tierra en donde construyeron su hogar y familia, "genera en los vecinos una gran inseguridad" que los acompaña todos los días. Por eso "unieron fuerzas" con instituciones intermedias, y con la chacra 187, para poder hacer algo que pueda impedir que se tengan que marchar. Esto provocó que se reunieran con la titular registral de aquellos terrenos.

Al principio no quería saber nada, pero con el tiempo quiso vender a los vecinos esos terrenos, pero como block. El problema es que "nosotros teníamos que costear el agrimensor, con dinero que no tenemos".

Lograron ser escuchados a nivel nacional a causa de que unieron fuerzas con la 187, barrio que también esta atravesando un problema de tierra. Estas chacras compartían varias cosas en común: la idea de vecindad y el mismo problema con respecto a la tierra. Pero la relación entre ambos comenzó en la parroquia. Se identificaron allí y se mantuvieran más firmes y unidos con su objetivo. Pero todavía no tienen respuestas. Y tampoco soluciones a su gran problema. Uno que afecta a adultos, adultos mayores y niños.

El no ser dueños legalmente de la tierra en donde construyeron su hogar y familia, “genera en los vecinos una gran inseguridad” que los acompaña todos los días.


“unieron fuerzas” con instituciones intermedias, y con la chacra 187, para poder hacer algo que pueda impedir que se tengan que marchar. Esto provocó que se reunieran con la titular registral de aquellos terrenos.



El sueño de la casa propia

El barrio Rocamora, chacra 61, ubicado entre las Avenidas Alte. Brown y Santa Catalina, es un asentamiento donde viven alrededor de 49 familias, entre los cuales hay 63 niños menores de 15 años. Llevan casi 10 años luchando para regularizar su situación.

Para llegar a la casa de Doña Lucía Borgedurge – portavoz de la lucha- hay que ir por un pasillito que atraviesa parte del barrio Rocamora. Con cada paso se pueden ver las pequeñas casas de madera, castigadas por la lluvia, la tierra y los años; aquellas que albergan niños y jóvenes que se sientan en los patios a tomar tereré, como una forma de hacer frente al calor de las tardes misioneras. En 1998 ella y su vecino Don Acosta comenzaron con los trámites para conseguir que su casa sea realmente suya.

Después de su muerte Lucía tuvo que seguir adelante sola. Con la llegada de SAMSA (Servicio de Aguas de Misiones S.A.) les cortaron el agua y se hizo cargo de la reconexión con el dinero que alguna vez juntaron vendiendo locro, empanadas o pollo con su amigo Acosta. Hay un medidor para cada uno de los dos lotes del barrio. Todos los meses Lucía retira la boleta y se encarga de recolectar el dinero entre sus vecinos.

Pero su lucha por la tierra siempre siguió en pie. Lucía preparó un proyecto donde los lotes están mensurados por un agrimensor. Realizó reuniones informativas para todos los vecinos con la asesoría de abogados, les explicó la situación. Éstos debería presentar cada uno sus respectivas carpetas con todos los requisitos, alguna prueba de que hacía más de 20 años que llevan ahí viviendo. Lucía se hizo cargo de los expedientes de sus vecinos: "22 familias me dieron una autorización, con esa hoja yo me muevo, me voy a Catastro, recorro con las carpetas con los expedientes. El resto de las personas no lo quisieron hacer, dejaron todo ahí…", lo dice acongojada, pensando que hace 24 años lleva viviendo en esa tierra que dicen es "de nadie"pero que ella sabe, no es así.

Durante las noches Lucía trabaja como enfermera, durante el día se pasea de un lado a otro: "…me fui a Defensoría del Pueblo, estuve en el IPS miles de veces, fui a la Municipalidad, allí en Catastro miré los planos… hay muchas contradicciones en ese lugar". Mientras ella cuenta esto, se oyen risas de niños que corren por los pasillos, el paisaje grotesco que crean las casas en mal estado y las letrinas a sus costados.

Siempre le dan la misma respuesta, cada vez que llama a la directora de
Asuntos de Tierra, para ver "dónde están las carpetas y qué pasa", le dicen que llame en 20 días. Y 20 días después la respuesta es la misma. Todos los vecinos tienen una larga historia en ese barrio, Lucía tiene vecinos que hace más de 40 años llevan viviendo ahí, la mayoría de los que están son hijos o nietos de aquellos que alguna vez hicieron sus casas en la chacra 61.

La única respuesta que le dan es que pronto van a ir al barrio a ver los terrenos, fijarse, medirlos, para comenzar los trámites para la regularización de la propiedad de las tierras. Pero Lucía, con cierta impaciencia cuenta "la otra vez dijeron que la provincia no tiene fondos para mandar un móvil, porque tiene que venir Escribanía de Gobierno, de Catastro y de Asuntos de Tierra, me dijeron que tengo que esperar nomás, que eso va a salir, que me quede tranquila, que cada 20 días trate de llamar".

De todas maneras no hay quien le quite las esperanzas de que todo terminará bien. Se aferra al sueño de que sus hijos crezcan seguros, que alguien pueda escuchar sus reclamos y ser también en los papeles, dueña de su propia casa.

Se aferra al sueño de que sus hijos crezcan seguros, que alguien pueda escuchar sus reclamos y ser también en los papeles, dueña de su propia casa.

Los estudiantes secundarios debaten sobre sus derechos


Identidad, discriminación y tolerancia, son algunos de los temas tratados en los talleres que culminan hoy en Humanidades.


Desde el miércoles y hasta hoy se realizan en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales las Jornadas por los derechos de niños, niñas y adolescentes denominada "Un problema, un minuto, un derecho para pensar". La actividad, organizada por alumnos y profesores de diferentes carreras de esa facultad, tiene como protagonistas a estudiantes del nivel medio de la capital misionera.Alrededor de un centenar de alumnos de la escuela de Comercio Nº 6 participó el primer día. Luego de la proyección de los audiovisuales, los adolescentes debatieron de diferentes temáticas tales como la violencia policial, la salud reproductiva, la identidad, la discriminación.


Ayer el turno fue para el Colegio Martín de Moussy. Los estudiantes del secundario colmaron el vacío edificio del anexo y de la Facultad, en un día de paro de la universidad pública. Hoy es el turno de la Escuela Normal Mixta y otra vez el Martín de Moussy.

Una decena de "videominutos" fueron la excusa para encontrarse a contar y compartir inquietudes y búsquedas. Las proyecciones son el resultado de la propuesta lanzada por la Fundación Kine Cultural y Educativa y Unicef, denominadas "Un minuto por mis derechos", para que adolescentes en situación de vulnerabilidad social se puedan expresar. Con esta iniciativa se busca generar la participación de los chicos y, promover una cultura de cumplimiento de sus derechos. Prostitución infantil, Convención Internacional del Niño, la tolerancia, la identidad, fueron algunos de los temas disparadores de los audiovisuales proyectados.


"Los policías abusan de su autoridad". decía uno de los afiches. "Cuando entiendan que para que te comprendan primero necesito que me comprendas, para que te escuche, necesito que me escuches, que el mal que tal vez hoy te hago, alguna vez me lo hicistes; tal vez ese día ya no me discrimines y te des cuenta que aunque soy joven, igual siento", versaba otro. Las jornadas son antesala del recorrido que hará por la provincia el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo el 7 y 8 de mayo hacia Plaza de Mayo con el lema "El hambre es un crimen".


Publicado el 4 de mayo por El Territorio

viernes, 4 de mayo de 2007

Voces de la ciudad


Hay que asomarse a la vereda y observar un poco .Desde allí se puede ver al mundo yendo y viniendo. Es Viernes y son como las 11: 15 de la mañana. Hay más autos que gente circulando por las calles de Posadas.


Decidí salir a caminar por avenida Mitre a preguntarle a la gente sobre la vida, su complejidad, los fracasos, penurias y alegrías de las que está hecha. Y también, sobre uno de los tantos problemas sociales que tenemos: el hambre.


Miguel, hombre alto, poco más de 50 años fue el primero que se ofreció, a pesar de estar trabajando, a conversar sobre la vida: vive en un barrio a varios kilómetros del centro, donde todos los días se acerca a buscar materiales en desuso que pueden reciclarse. A eso se dedica y de eso vive desde hace un par de años. Era olero y sufrió las consecuencias de la relocalización que ha quebrado su actividad laboral y lo desplazó de una punta a la otra de la ciudad. Me cuenta que no tiene familia, y que se las rebusca para poder vivir.


Todos los días asiste a un comedor para recibir su almuerzo que lo coloca en un bidón de plástico cortado a la mitad que le sirve de plato. Cree que el hambre es algo malo, desde luego, y además sostiene que éste mal se da a raíz de que hay padres alcohólicos o drogadictos que no atienden a sus hijos. Y, luego de ponerme un ejemplo cercano de lo que sostiene, me pregunta: “¿que ejemplo puede darle a sus hijos una madre que es alcohólica y que no los atiende, y que ni siquiera los lleva a la escuela?”. Yo me quedo pensando.


Después de transmitirme su preocupación de que posiblemente lo cambien de vivienda y lo trasladen todavía más lejos del centro, que es su lugar de trabajo, le digo que trate de plantearle su problema a la “licenciada” de la cual depende su situación habitacional. Finalmente nos despedimos. Sigo caminando.


En Mitre y Rademacher me detengo y observo: un chico, que tendrá unos 12 o 13 años, aprovecha los semáforos para limpiar los vidrios de los autos que esperan. Me acerco hasta él. Lo saludo, le pregunto hace cuando que trabaja: -“desde que nací”, me contesta y ríe. Desde muy pequeño que se desempeña en el oficio, que al igual que las actividades de recolección de Miguel, son actividades emergentes a raíz de un proceso de precarización social y económico que se ha venido gestando desde hace tiempo.


El chico, con el pequeño escurridor para vidrios en mano, camina de un lado al otro de la avenida y comparte su tiempo con un colega, quizás más grande que él, que se dedica a la venta ambulante de frutas en la misma cuadra.


Ambos se juntan a conversar cuando los semáforos dan verde en alguno de los costados que ofrece la avenida. Cuando los semáforos dan rojo se lanzan a los clientes, que los miran pero no los ven, y les ofrecen limpieza y frutas. Están acostumbrados a la rutina que les impone el trabajo, que es su sustento para comer y vivir todos los días.


Aprovecho que están juntos para alcanzarles un volante donde se anuncia la marcha desde Misiones a Plaza de Mayo para denunciar que el hombre es un crimen. Uno de ellos, el vendedor de frutas, lo lee y asiente con el cabeza, seguramente interesado por la causa, pero quizás no pueda ir.


Continúo unas cuadras más y mientras, voy pensando sobre lo que muestra la ciudad: chicos que en vez de estar estudiando o jugando tienen que ganarse las calles limpiando los parabrisas de los coches, o vendiendo lo poco que pueden conseguir, desabrigados de abrigos y de amor, al igual que el hombre que lucha contra el hombre mediante la recolección de materiales reciclables mientras se acostumbra a la soledad. La vida les va endureciendo el alma para que el dolor que puedan sentir sea tolerado y así, vivido como algo “natural”, como algo de “todos los días”.


Finalmente decido sentarme a charlar con unas adolescentes sentadas en un banco de los que ofrece la avenida. Están con sus uniformes escolares, recién han salido del colegio. Les comenté de mis conversaciones anteriores durante el camino. Me cuentan sobre ellas: están en quinto año, y aprovecharon y se hicieron un tiempo para ponerse al día y charlar de todo un poco.


Les pregunto que piensan sobre la pobreza, de los chicos que no tienen la misma suerte que ellas de poder estudiar ni de sentarse a la mesa a almorzar con su familia. Me dicen que les parece algo gravísimo, les da pena ver a chicos en las calles, descalzos y solos. Les pregunto por que creen que se dan estas situaciones; me contestan que se debe a cuestiones políticas, el gobierno que no hace nada, pero también, que los padres de estos chicos esperan sentados mientras les obligan a sus hijos a pedir limosnas o vender golosinas en las calles.


Les pregunto porque creen que se dan esos casos que comentan; contestan que creen que se debe a que los padres y las personas que reciben los planes trabajar, al saber que cuentan con éste dinero todos los meses, se quedan tranquilos sin hacer nada.


Les comento que la canasta básica está alrededor de $900. Me responden que eso no interesa, que creen que estas personas se las ingenian con los $150 para vivir. Les pregunto cuales son sus proyectos personales; me responden que van a seguir estudiando y que, por ahora, van a disfrutar de su último año en el colegio; puesto que después de esto, sostienen, la vida se les va a ir haciendo más difícil cada vez. Me despido y les agradezco su tiempo.


La ciudad dice muchas cosas. Miguel debe seguir trabajando, cargando con sus bolsas al hombro. A lo lejos veo al chico que en puntas de pié estira su mano y alcanza la parte superior de los vidrios de un coche. El tipo del auto lo apura de un bocinazo; el muchachito le hace unas señas.


La ciudad muestra lo que somos. Narra sobre las particularidades de éste sistema cuyo paradigma promueve valores como la explotación, la acumulación de ganancias, las desigualdades sociales, la competitividad, el despilfarro y la exclusión.


Galeano no se equivoca cuando dice que este es un mundo cuyo sistema condena a muchos al hambre de pan pero a muchos más condena al hambre de abrazos.


Son tiempos que demandan trabajo colectivo y mucha solidaridad. Allí están, sospecho, las posibilidades de un cambio.


Por Alexis Rasftopolo

Realidades profanadas y purificación

«El Padre y yo somos una sola cosa» Juan 10, 22-31

En este relato y en el contexto de este evangelio, Jesús aparece en la fiesta de la ‘dedicación’ del Templo, como la alternativa verdadera a un templo profanado y que necesita ser purificado. Hay cierta inquietud en muchos judíos alrededor de Jesús, y la inquietud probablemente se deba a que si el pueblo optara por esta alternativa existente en Jesús, implicaría una des-estructuración de lo instituido por el sistema socio-político-religioso de la época. Claro que ésta desestructuración trae consigo el desuso de los privilegios que algunos consiguieron en sectores de sobreabundante riqueza en lo social, entre ellos sectores privilegiados en la política y la religión. La reacción de estos Judíos es, podríamos decirlo, ‘esperable’, e increíble al mismo tiempo; cuando Jesús se confirma como alternativa verdadera, ellos ‘tomaron piedras para apedrearlo’ Cf. Jn 10,31. Es decir que lo veían como un rival a sus intereses, y su reacción es sacarlo del medio.

Es difícil proponer una alternativa y pretender que los defensores del statu quo estén felices y apoyando los cambios. Más bien se puede prever que mostrarán tantas resistencias como les sea posible, y en los evangelios vemos hasta qué punto llegan las resistencias: clavar en la cruz lo que sería la alternativa posible. En otras palabras, más vale matarlo antes de que se haga realidad. Pero, ¿por qué tanta desesperación porque se pueda modificar el sistema que genera esa realidad? Pues simplemente se confirma las distancias que hay entre ‘servir’ y ‘servirse’. El servirse implica algunos acuerdos y negociados, mientras que el servir implica un compromiso de amor con la verdad y la justicia.

Hoy día nos encontramos con realidades similares, realidades profanadas y que necesitan ser purificadas, realidades que se resisten al cambio para sostener un estado social de sobreabundante riqueza por un lado, sostenido por la pobreza extrema del otro lado. Muchos en la historia quisieron que esta realidad cambie podemos recordar a Gandhi en la India, a Chico Méndez en Brasil, recordemos la historia de nuestra patagonia Argentina y la lucha de los obreros contra los terratenientes ingleses y un estado argentino que no los escuchaba: en todos esos casos ‘más vale eliminarlos antes de que se haga realidad lo que proponen’, ¿No les parece perverso?.

Los cambios en la vida se realizan en proporción a la confianza que se va teniendo en los pasos motivados por el deseo de cambiar. Jesús comienza a despertar el deseo de cambio en su entorno, motiva a las personas que lo escuchan a concretar pasos para que su vida cambie, para ello ya no es necesario ‘el sanedrín’, no son necesarios ‘los romanos’, solo es necesaria la confianza en Cristo, que implica un compromiso con aquello que está a nuestro alcance. Dios nunca exige más de lo que se puede dar, en lo económico y en capacidades o dones. La purificación de lo profanado se concreta en la acción comprometida de aquellos que escuchan a Cristo.

La señal que nos permite distinguir a los que escuchan a Cristo es su compromiso con el servicio al prójimo. Todos aquellos que deciden servir son parte de esta vocación cristiana, sea cual fuere su rol social: Un juez sirve cuando hace justicia y no negocia sus sentencias; un docente sirve cuando educa para la libertad, no cuando condiciona el razonamiento; un sacerdote o pastor/a sirve cuando predica el evangelio de Cristo y no a sí mismo/a; un político/a sirve cuando es honesto y defiende la verdad, no cuando se vuelve corrupto/a. Es decir cada uno/a desde su rol social puede servir a Cristo, para ello es necesario escucharlo y confiar en él, esa es la confianza cristiana en Dios mismo.

Sabemos también que esto ‘inquieta’ a muchos/as, porque saben que es posible que se concreten cambios que les dejará sin los privilegios que conquistaron con abusos de poder desde una mentalidad perversa, y sin duda querrán atemorizar para evitar la confianza en Cristo. Un pueblo que confía en Cristo alimenta su conciencia y puede protagonizar los cambios que muchos resisten interesadamente.

Recordemos las palabras de Jesús: ‘Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen’ Jn 10,27
Gentileza del Pastor Fabián Paré

lunes, 30 de abril de 2007

Los niños misioneros pobres son hijos de trabajadores pobres


Ante esta situación la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), delegación Misiones reivindica la organización sindical como verdadero instrumento de lucha y negociación para garantizar mejores condiciones de vida para los trabajadores y sus familias.

La situación de los trabajadores en Misiones se ve reflejada en los niños “la mitad de los niños son pobres y la mitad de los pobres son niños”, sostuvo el Secretario General de la CTA Carlos Graglia, quien representa en Misiones a esta Central en los reclamos de los trabajadores de la provincia y del país y que continúa exigiendo la personería gremial.

“Nuestro desafío es llegar a los trabajadores campesinos y del sector privado e instalar la idea de que la única manera de salir adelante es a través de la organización sindical y no de las negociaciones individuales”, sostuvo En Misiones la CTA tiene un perfil “urbano y estatal y nuestra necesidad y desafío es llegar a sectores rurales, suburbanos y privados. Necesitamos articular a organizaciones campesinas, buscar a los trabajadores para que el crecimiento sea cualitativo y no solamente cuantitativo”, aseguró Carlos Graglia en el marco de la conmemoración del día internacional del trabajador.

La situación del trabajador aparece en esta provincia de manera asimétrica. “Tiene matices: está el que está en blanco, en negro y en gris. El que está bajo convenio (colectivo de trabajo) está mejor, y el que no tiene convenio no puede acceder a los beneficios de las negociaciones gremiales. En el sector privado la situación está precaria: se está en negro y en gris: trabajas 8 horas y te pagan por cuatro y es una práctica difundida Reforma Banelco mediante”.

La ley Nº 25013 y la ley 25250 de Flexibilización Laboral -conocidas también como Reforma Banelco- fueron sancionadas en el año 2000 en medio de fuertes criticas y manifestaciones de los trabajadores. Poco tiempo después se conocieron denuncias de pagos de coimas a senadores opositores para votar a favor de la ley. A pesar del escándalo político generado por la misma, hoy sigue vigente. “Hoy no se cuestiona, no se discute la legitimidad de esa reforma”, lamenta Graglia.

El dirigente explica que “más allá de los acuerdos con los techos salariales que se fueron haciendo y que se pueden hacer, la participación del trabajador en la Renta Nacional es muy bajo y el proceso de disminución que se inició a partir de Martínez de Hoz (Ministro de Economía durante la dictadura) no se ha podido revertir aún hoy, 30 años después no llegamos al treinta por ciento cuando en la década del ´40 (Presidencia de Perón) los trabajadores estábamos en el 50 por ciento”.

La Política Neoliberal de los noventa (Privatización de servicios públicos y recursos, salarios, tarifas, aumento de precios) significó la profundización de la pérdida del poder adquisitivo del trabajador “e instaló entre los trabajadores la sensación de que los sindicatos no servían como herramienta de lucha para el sector, que los acuerdos se hacían de manera individual. Eso se instaló en sectores privados, fue una campaña de descrédito hacia las organizaciones sindicales que las llevó a una crisis institucional”,

La Argentina tiene una fuerza laboral de 15 millones de trabajadores de los cuales están sindicalizados 5 millones aproximadamente, “esos 10 millones o no saben, o no pueden afiliarse y organizarse sindicalmente, no los dejan porque la patronal desalienta la organización sindical. Hay una gran fuerza de trabajadores que no está en ningún sindicato, nuestro desafío es llegar a esa masa de trabajadores que intenta resolver su problema de manera individual y eso se nota en el trabajador estatal a través de los punteros”, sostuvo Graglia.


Prioridad niños

Con respecto a la Marcha impulsada por el Movimiento Nacional de los chicos del Pueblo, la propia CTA y numerosos colectivos sociales, de derechos humanos, barriales y comunitarios, Graglia explica que la intención de esta central es instalar en la agenda pública la situación de la infancia en nuestro país.

“Dentro de la población infantil, más de la mitad de los chicos son pobres y más de la mitad de los pobres son chicos. Por que en nuestra provincia una gran cantidad de familias son numerosas y la población infantil es la más vulnerable. A los chicos tenemos que sumarle los adultos mayores.

En este sentido, los ejes de este año para la CTA “son en primer lugar, la marcha del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo para denunciar la situación de los niños, y por otra parte, instalar la situación de nuestros jubilados, es decir luchar para volver al sistema de reparto y recuperar el 82 por ciento móvil de jubilación.

“El sentido de la Marcha de los chicos desde Puerto Iguazú a Plaza de Mayo donde denunciamos que el Hambre es un crimen, tiene que ver con instalar esta problemática en la agenda pública, no desde el turismo social, ese que piensa que traemos a los chicos a ver las Cataratas, sino desde el hecho de que los pibes interpelan a los adultos, preguntándonos qué hacen ustedes con nosotros. Nosotros desde acá intentamos instalar el contenido fuertemente político del tema”.